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sábado, 27 de abril de 2013

hacia una agricultura más independiente

Quien quiera saber, que compre un viejo... es un dicho que mi padre me ha repetido en más de una ocasión; no hace falta llegar tan lejos, tan sólo con dedicar un poco de tiempo a hablar con una persona mayor sobre cómo se vivía y cómo se trabajaba hace cincuenta años en el campo, podemos darnos cuenta de cuánto ha cambiado la vida rural desde los años 50 - 60 hasta hoy día.
Ha habido una mejora generalizada de las condiciones de vida; el trabajo es menos duro, ha mejorado el nivel de educación -al menos de educación académica-, las condiciones sanitarias son mucho mejores,... aunque por el camino se han ido perdiendo algunas cosas. 
Centrándome en cómo se cultivaba antes y cómo se cultiva ahora, lo primero que llama la atención es el olvido actual de los métodos de cultivo antiguos, unos métodos que permitían obtener todo lo necesario para vivir del campo en un contexto más cerrado, en una economía prácticamente autárquica. 
Actualmente, cuando un agricultor quiere abonar, acude a su proveedor de fertilizantes y compra lo que considera que necesita; cuando tiene un problema con una plaga, acude a su proveedor de productos fitosanitarios -término eufemístico donde los haya- y problema resuelto; evidentemente, esta forma de actuar tiene sus ventajas, pero también plantea sus inconvenientes.
Desde mi punto de vista, estos inconvenientes se resumen en dos grandes bloques:
1. El agricultor está cada vez más alejado de la vida natural que se desarrolla en sus propios campos -es muy fácil comprobarlo preguntando a un agricultor joven cómo se llaman las plantas adventicias que crecen junto a sus cultivos y cómo se pueden utilizar-, y
2. La actividad agraria es cada vez más dependiente de sus proveedores externos, lo que la hace más frágil y supone un riesgo económico importante cuando se producen movimientos de precios -ejemplos como el incremento del precio de los piensos en ganadería o de los fertilizantes en agricultura, no faltan-.
¿Es inevitable esta dependencia de los proveedores externos? Pues en parte sí, porque en muchas ocasiones suministran productos de forma más ágil y económica de lo que podría conseguir el agricultor por sus propios medios... pero en muchas ocasiones, el agricultor puede generar sus propios insumos recuperando técnicas antiguas que son generalmente más respetuosas con el medio ambiente y también más económicas.
Un ejemplo muy claro es el de la fertilización. Hoy en día, el agricultor habla con soltura de la relación NPK, del 15-15-15, abono foliar, etc, sabe dónde conseguirlos y cómo utilizarlos.. pero generalmente, conoce mucho menos el poder fertilizante de los estiércoles animales, de las leguminosas, de la consuelda rusa o del purín de ortigas, elementos que están a su disposición a un precio muy inferior al de los fertilizantes químicos y con unos efectos tan buenos como los de éstos -siendo, por supuesto, mucho más respetuosos para el medio ambiente y más beneficiosos para la fertilidad a largo plazo de su tierra-.
Desde ecoyolé quiero animar a investigar y recuperar métodos tradicionales... y como ejemplo, quiero mostrar el purín de ortigas que realicé a finales de marzo. 

Os animo a que investiguéis las propiedades tan sorprendentes de la ortiga verde (urtica diocia), tanto para su uso medicinal como en agricultura.
La ortiga verde es rica en minerales y microelementeos, favorece la fermentación del compost, es beneficiosa contra  pulgones y araña roja, en resumen, es una planta con unas propiedades muy interesantes.
La elaboración del purín es muy sencilla. 
Se necesita disponer de ortigas, agua y un bidón de plástico.
Al segar las ortigas verdes, hay que hacerlo con cuidado de no arrancarlas de raíz (así favorecemos que vuelvan a brotar) y mezclarlas con agua en una proporción de 1 kg de ortigas por cada 10 litros de agua.
El agua no debe contener cloro -si sólo dispones de agua de la red urbana, puedes eliminar el cloro dejando el agua en un recipiente al menos durante un día-.

Es conveniente estrujar ligeramente las ortigas para favorecer su posterior fermentación.
Una vez mezcladas las ortigas con el agua, es necesario remover el líquido resultante una vez al día durante un par de semanas, y ya está preparado el purín.
Una prueba de que el purín está listo es que al remover el líquido, ya no se forma espuma -ésta se origina por la fermentación de la ortiga-.
Algo a tener en cuenta es que el líquido fermentado huele bastante mal... no todo va a ser bucólico.
Una vez preparado, el purín conserva sus propiedades durante un período de tres a seis meses -hay diversidad de opiniones al respecto-.
La conservación se debe realizar en recipientes de plástico cerrados y aislados de fuentes de luz y calor externas.
Sobre su utilización, disponéis de infinidad de información en la red, tanto para su uso como abono, en compost, en vivero -para facilitar el enraizamiento de las plantas- o para luchar contra pulgones.
Ya veis, un pequeño ejemplo de algo que hacían nuestros mayores, mirar más hacia los elementos naturales de los que disponemos en nuestro entorno para ayudarnos en nuestro día a día.

lunes, 25 de marzo de 2013

Acolchado: una buena forma de vestir la tierra

Durante estos días previos a la Semama Santa, hemos estado acabando la recolección del aguacate hass. La producción ha sido media y los precios de mercado este año sí han acompañado -eso sí, siempre teniendo en cuenta el enorme desfase entre precio pagado finalmente por el consumidor y el percibido por el agricultor, pero este desfase será objeto de una entrada especial en el blog-.
Después de la recolección, es conveniente podar el aguacate -aquí se utiliza el término talar más que podar- para eliminar aquéllas ramas más viejas y permitir a la planta desarrollar las ramas jóvenes, que son las que producirán mejores aguacates en la próxima temporada.
La práctica mayoritaria en la zona es, una vez podados los árboles, quemar las ramas y santas pascuas. Así se ha hecho desde siempre; al agricultor "tradicional" le gusta ver sus bancales completamente limpios de hierba y de ramas o cualquier otro tipo de residuo orgánico.
Pero esta visión está cambiando poco a poco y desde hace unos años, algunos agricultores están empezando a triturar estos restos in situ, creando una cobertura  de virutas y hojas trituradas que se dejan sobre el suelo próximo al tronco del aguacate, aplicando la técnica denominada acolchado o mulching.
Las principales ventajas de esta técnica son tres: en primer lugar, el resto de la poda se va descomponiendo poco a poco, sirviendo de alimento a la planta; además, esta capa de material orgánico dificulta que crezca demasiada hierba adventicia -mal llamada mala hierba- debajo del aguacate y, por último, previene la erosión que se produce cuando la lluvia golpea el suelo desnudo. En el fondo, no se trata más que de intentar reproducir las condiciones que se producen en un ecosistema natural, en el bosque, donde las hojas secas y ramas que se desprenden de los árboles van creando poco a poco un mantillo de una fertilidad tremenda.
Claro que, el acolchado también tiene sus inconvenientes, sí, otros tres: es más caro que quemar las ramas, si la planta presenta alguna enfermedad puede hacer más difícil su erradicación y, por último, en una primera etapa, la descomposición de las hojas y ramas secas -ricas en carbono- hace que se pueda descompensar ligeramente la relación carbono - nitrógeno en la fertilización del suelo.
Yo soy partidario de aplicar el acolchado, por las ventajas que expuse anteriormente y que compensan sobradamente sus posibles inconvenientes. Eso sí, he optado por aplicar una técnica distinta a la biotrituración.
Después de podar, ya en el suelo, y con ayuda de un hacha, hemos cortado las ramitas más finas, separándolas de los troncos más gruesos. No hemos triturado nada, simplemente hemos distribuido las ramitas y hojas encima del suelo, preferiblemente en las zonas en las que había menor concentración de hojas en descomposición. Los troncos más gruesos los hemos apilado en las zonas laterales de los bancales, donde no estorben al paso.

El resultado lo podéis ver en estas dos fotografías.

Acolchado alrededor del tronco del aguacate

Ramas sobrantes que se retiran para no molestar el paso
Pretendo repetir este mismo tipo de poda durante varios años, con el objetivo de incrementar poco a poco, la fertilidad de la tierra... después de los agucates, le va a tocar a los chirimoyos, que empezaremos a talar el próximo mes.

martes, 19 de marzo de 2013

el comienzo de una gran aventura

Pues sí, después de más de año medio de haber tomado la decisión de cambiar radicalmente de vida, por fin ha llegado el momento... el paso ya está dado.
La historia comenzó a finales del verano de 2011. Mi mujer y yo volvíamos de pasar unos días de vacaciones en Jete, con mi familia, inmersos en este espectacular valle del Río Verde; camino de Madrid, Miriam -me sigo refiriendo a mi mujer- me propuso, medio en serio, medio en broma, la posibilidad de darle un giro importante a nuestra vida, trasladándonos de Madrid al sur... creo que tardamos aproximadamente quince segundos en tomar una decisión en firme... SÍ, NOS MUDAREMOS AL SUR, EN BUSCA DE UNA VIDA MÁS SANA, MÁS PLENA, CON UN RITMO MÁS HUMANO Y EN UN ENTORNO MUCHO MÁS AGRADABLE.

Esos quince segundos de deliberación no son proporcionales a la importancia de la decisión, pero sí denotaban la ambición de cambio que tanto Miriam como yo teníamos.

Cuando tomamos esa decisión, decidimos como pareja; no sabíamos que poco tiempo después descubriríamos que estábamos embarazados. La verdad es que Sabina, nuestra hija, no tuvo nada que ver en la decisión, pero evidentemente, le iba a afectar notablemente. Repasando mentalmente todas y cada unas de las razones por las que a nosotros nos venía bien el cambio, todas y cada una de ellas son también aplicables a Sabina... miel sobre hojuelas.
Dejar de trabajar en un gran banco por mi parte y en una empresa muy consolidada por parte de mi mujer implicaba un riesgo, un dejar pasar la "seguridad" de un trabajo remunerado por la incertidumbre de unos ingresos más aleatorios... pero el riesgo merecía la pena, sobradamente.
Desde aquel día, todo han sido planes, castillos en el aire y pensamientos sobre nuestro aterrizaje y adaptación al nuevo "medio", pero el tiempo pasa y el más de año y medio de preparación para el salto ya ha transcurrido; desde hace dos semanas estamos en Almuñécar, nuestra base de operaciones para este cambio de vida tan deseado.
Por el camino, una excedencia en mi empleo y un despido -y posterior creación de una empresa propia- por parte de Miriam.
4 de marzo, nuestro primer día en Almuñécar. La primera semana se nos ha ido deshaciendo cajas y colocando las cosas en nuestra nueva casa.
La segunda semana ya he comenzado a poner en práctica todos esos planes que fui madurando durante ese más de año y medio de preparación... planes destinados a producir frutas tropicales de calidad a través de métodos productivos más saludables, tanto para el consumidor, como para el propio medio -este maravilloso valle de Río Verde-, pero esto ya será materia de la segunda entrada del blog.
new age